sábado, 28 de diciembre de 2013

Marcus I

Se encontraba sentado en el último pupitre de la ultima fila, lo más lejos de la multitud posible. 
Nunca habló mucho; desconocía su nombre y creo que solo me había acordado de su existencia un par de veces que me lo crucé por los pasillos, hasta que conocí sus ojos. Eran los ojos más bonitos que había visto nunca. Su color esmeralda se mezclaba con unas betas rubias que daban una profundidad añadida al circulo negro que rodeaba al iris por fuera. Y entonces me fijé un poco más en él, realmente, era guapísimo. Tenía un pelo castaño claro, un poco rubio, ni largo ni corto lo que le daba un aire despreocupado. Su tez era blanca, pero en la cara, por la zona de las mejillas, se le acumulaban un millón de pecas que hacían ese rostro especial, distinto. Poco a poco me fui fijando cada vez más en él, sus gestos, su manera de hablar aunque más bien, hablaba poco y su sonrisa, que también era bonito y realmente especial. 
De tanto fijarme en él, llegué a darme cuenta de que él me miraba bastante, estaba pendiente de mí y se sonrojaba al ver que le descubría cuando me miraba, pero aún seguía sin saber su nombre. Pasaron semanas, y seguía sin saber nada de él, hasta que un día, Pedro, el profesor de matemáticas le felicitó por su examen: " Muy bien Marcus, un excelente examen, no esperaba menos de ti. " Marcus, por fin lo sabía, Marcus era su nombre. Pero con esto no había conseguido nada, me seguía dando vergüenza acercarme o hablarle así que siguieron pasando los días, las semanas, los meses... Pero un día algo cambió. Sobre mi pupitre había una nota. ¿De quién sería?

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