sábado, 28 de diciembre de 2013

Marcus VI

Corrí más de lo que había corrido nunca y llegué a tiempo. Aunque en la puerta había mucha gente. Más de lo normal. ¿Por qué había tanta gente? Y ¿dónde estaría mi chico de las notas? ¿Estaba por allí Marcus? No, mierda no estaba. A lo mejor es que el chico de las notas no había ido pero entonces. Bip bip. Un Whatsapp. "Te estoy viendo, pero tu a mi no. Estás preciosa hoy." Muy bien, otro mensajito pero seguía sin saber quien era. Respondí:"¿Dónde estás? Quiero conocerte." Pero no obtuve respuesta. Miraba a todas partes pero no veía a nadie. 
-¡Bu!
-¡Ah! Joder que susto Sara. ¿Tú te crees que puedes venir por la espalda y asustarme de esa manera? 
-Si no estuvieses en tu mundo, como siempre, me habrías escuchado llegar.-respondió.
-Oye, donde te metes últimamente, que ya ni hablas por el grupo de WhatsApp ni nada.-dijo Ariadna mientras me miraba con los brazos puestos en jarra.- Ya no quieres saber nada de nosotras ¿no? 
-No tonta, no es eso.-respondí- Es que tengo el móvil un poco abandonado. 
Ring. Sonó la campana del instituto. 
-Venga vamos a entrar o llegaremos tarde, tenemos Matemáticas a primera.-dijo Lydia. 
Cierto. Matemáticas a primera. Me gustaba el profesor de matemáticas. Pero me había quedado sin saber quien era el chico de las notitas. 
Llegó la hora del recreo y fui con Sara y el resto al servicio. Dentro del baño me llegó otro WhatsApp del chico de las notitas. Lo abrí y leí:"ven a la parte del campo de voleybol si quieres saber quien soy." 
Salí del baño apresurada y le dije a las chicas que luego las veía que había olvidado algo en clase. 
Del baño al campo de voleybol no había ni cinco minutos andando peor se me hicieron eternos. Me dio tiempo a pensar de todo. Quién sería, si sería una broma, si sería Marcus, si era lo correcto, si no lo era. Pero cuando llegué...cuando llegué no vi a nadie.
Miré el móvil, y tampoco había ningún mensaje. Mierda, no estaba. Quizás tan solo había sido una broma, pero cuando me giré estaba ahí. De pie. Llevaba unas vans azules y tenía las manos metidas en un ajustado pantalón vaquero. Su tez pálida brillaba bajo la luz del Sol. Y de repente me crucé con sus ojos. Esos preciosos ojos esmeralda. Me quedé mirando tan fijamente que comencé a ponerme colorada. Aparté la mirada, pero él seguía mirándome. 
-¿Eres tú el chico de las notitas?-pregunté con voz temblorosa. 
-El mismo.-respondió con voz dulce y acercándose a mí.
Silencio. De nuevo silencio. 
-Estás preciosa hoy.-comentó al tiempo que me levantaba la cabeza.-Como siempre. 
-Gra..gra..gracias.-respondí tartamudeando. 
¿Tartamudear? ¿Ahora? Se va a pensar que soy tonta o algo. Tengo que arreglar esto de alguna manera. 
-Sabes ligar muy bien eh. Casi me trago todos tus trucos.
-No son trucos. Solo he dicho todo lo que pienso de ti. 
-No me creo nada de los chicos. Y menos de uno tan misterioso, que me ha dem... 
Ni si quiera me dejó acabar. Se acercó a mí y me dio un suave beso en los labios. Se alejó dos centímetros y agarró mi cintura. 
-¿Te sirve esto para demostrarte que lo que te dije era cierto?
-No lo sé, aun te queda mucho por demostrar. 
-Si quieres, tendremos el suficiente tiempo para poder demostrartelo. 
Pensé que iba a besarme de nuevo pero acercó mi cuerpo al suyo y me rodeó con los brazos. 
-Para ti, todo el tiempo del mundo.-susurró pegado a mi oído. 
No podía creerlo. El chico de las notitas era Marcus, y yo estaba ahí con él, abrazados. Y me había dado un beso pero...¿Qué significaba todo esto?

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