sábado, 28 de diciembre de 2013

Marcus XI

Pasé lo que quedaba de tarde con Marcus pero sobre las ocho estaba tan cansada que decidí volver a casa. La llave no estaba echada así que pensé que mis padres habían llegado pero cuando entré no había nadie. Estaba muerta de sed pero en el frigorífico no quedaba agua fría y la de el grifo salía demasiado caliente.
-Soy un desastre...-masculle.
Subí a buscar algo de dinero para comprar agua fría. Y ya que iba unas fresitas. Tenía muchas ganas de comer fresitas.
La tienda de comestibles estaba cerca de casa, a unos cinco minutos, más o menos. Pero se me hicieron largos.  No podía parar de pensar en Javi. En como me encontró. En porqué conocía a Marcus, en porqué me conocía a mí. En porqué "las casualidades no existen".
Entré en el establecimiento y fui directa a la nevera. Cogí una botella grande de agua y fui a buscar mis fresitas. Miré durante un rato todas las chucherías pero no había fresitas. ¿Cómo no podía haber fresita?
-Pff...-Bufé. Otra vez será.
Salía de la tienda mientras recibí un WhatApp. Saqué el móvil avanzando sin mirar y me choqué con alguien pero esta vez esa persona me sostuvo.
-¿Pero que pasa contigo chica? ¿Aún no has aprendido a mirar por dónde vas?-preguntó Javi en tono burlón.
¿Qué hacía aquí? ¿Cómo me había encontrado? ¿Acaso vivía por aquí?
-Suelta-espeté-¡Suelta!
-Vale. Como quieras.
Me soltó con tanta fuerza que me caí al suelo. Debía haberme incorporado antes de pedirle que me soltara.
-Joder...-susurré. El culazo me había dolido bastante.- ¡Serás imbécil!
-Tú me has dicho que te suelte.-dijo mientras tendía su mano para ayudar a levantarme.
Cogí un impulso y me levanté sola.
-¿A dónde vas?
-A mí casa.-contesté cortante.
-¡Borde!-chilló.
Pero ni si quiera me giré para verle.
Llegué a casa y cerré la puerta con llave, no fuese a ser que pasase algo. Entré en la cocina a dejar el agua cuando vi una bolsa enorme de fresitas encima de la mesa. Mi boca entre abierta era incapaz de producir ningún sonido. Me acerqué a la bolsa y la miré con cuidado. Demasiadas fresitas. Metí mi mano en los bolsillos y en el bolsillo de atrás encontré: "sé que te encantan la fresitas. ¿Punto a favor?"
Arrugué la nota y la tiré al suelo y es que las palabras "Punto a favor" no me traían ningún buen recuerdo.

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