jueves, 18 de septiembre de 2014

Marcus XXXIV

Se suponía que veníamos a casa de Sara a ver una película y pasar una tarde de chicas. Al entrar por la puerta lo veo todo un poco oscuro pero supongo que será porque entra poca luz. Vamos al salón para sentarnos en el sofá cuando la luz se enciende de repente y escucho a muchas personas gritar "¡sorpresa!". No puedo creerlo. Miro a todas partes y no hago más que ver a personas que conozco. Marcus es quien ha encendido la luz. Están casi todo los chicos de clase, María y Natalia, mis dos amigas de la infancia también han venido. Está todo el mundo.
Entonces veo a alguien justo frente a mí. Es Pablo. Mi Pablo, al que llevo sin saber nada de él meses y que creía que nunca volvería a ver. Sostiene entre sus manos un ramo de rosas rojas y me las entrega. Lo cojo con cuidado como si pensase que iba a desmoronarse y con él todo esto. Espero despertarme en mi cama después de un dulce sueño, pero me doy cuenta de que no estoy soñando, que todo es real y que esto es para mí. Sin poder controlarlo las lágrimas caen por mis mejillas y lo abrazo con fuerza. Sigue oliendo como la última vez que le vi. Y de eso hace ya demasiado tiempo.
Me separo de él con delicadeza y nos quedamos un rato mirándonos a los ojos. Sus preciosos ojos. Miro a Ari que está justo detrás de nosotros y sé que Pablo está aquí gracias a ella. Corro a abrazarla y le susurro al oído "gracias, muchas gracias". Me aprieta un poco más fuerte y luego me suelta, pero antes de que pueda darme cuenta están todas abrazándome. Cuando nos separamos las miro una por una, no sé qué decir y es Sara quien rompe el hielo. Se acerca a la música, la sube a todo volumen y grita
-"¡Que comience la fiesta!"
La canción que suena es "Don't Stop the Party" y bailamos al ritmo de la música. Las chicas comienzan a sacar comida y bebida. Pablo viene con una copa, dudo en si cogerla porque soy muy desconfiada. Luego acepto, un poco de vodka no le sienta mal a nadie ¿no? Han pasado ya un par de horas y ya voy por la cuarta copa, yo no suelo beber pero no me está sentando nada mal. Me he llevado todo el tiempo con Pablo y no he pensado en las chicas. Están sentadas en un corro riendo con otros chicos del instituto.
Alicia ya ha empezado con lo que llama su "ronda de chupitos". Me siento a su lado y brindamos a palo seco de vodka. La música está muy fuerte así que me acerco a ella y le susurro:"¿tenéis tequila?" Me mira, se ríe y grita, "¡Una de tequila, limón y sal!" Nos encanta esto, desde siempre. Las rondas de chupitos son lo mejor de todas las fiestas.
El alcohol comienza a hacer su efecto, desvarío un poco y me río por cualquier tontería; pero no me importa, porque desde hace mucho tiempo soy feliz, y sonrío de verdad, lo que es un logro. Pablo está sentado a mi lado. No nos hemos separado en toda la tarde. Es él quien me quita el último chupito de tequila que iba directo a pasar por mi garganta. Lo deja otra vez en el suelo y me acaricia la mejilla.
-Creo que por un rato, deberías dejar el alcohol. Tú nunca has bebido tanto y no quiero que te pase nada-me susurra acercándose a mi oído.
Asiento, y le cedo mi chupito a Alicia. Ella bebe demasiado, pero ni si quiera se la ve más contenta de lo normal, su aguante con el alcohol es increíble. A nuestro pequeño círculo han comenzado a unirse un número mayor de personas. Carla está sentada encima de un niño que está en clase de física conmigo, Alberto. Se miran y ríen constantemente. Él es un chico guapo. Está en el equipo de fútbol del instituto, rubio, y mucho más alto que ella. Sus ojos son de un color casi negro, a veces, cuesta distinguir la pupila del iris; pero, sobre todo, es un buen chico.
A quien no veo es a Sara. La busco con la mirada y veo que Alicia está haciendo lo mismo. Voy a levantarme pero me pide que me quede sentada y sale del salón, supongo que a ver dónde se ha metido. Intento seguirla pero, me mareo y tengo que volver a sentarme en el suelo pegando un culazo impresionante. Me río. No puedo evitarlo. Y Pablo que está a mi lado, también se ríe.
-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?-me pregunta colocando se mano en mi hombro.
-Estoy bien-respondo-Bueno, creo que he bebido demasiado-y volvemos a reírnos.
Sus ojos están clavados en los míos. Puedo notar como me atraviesa su mirada. Estoy temblando. Su mano derecha sube desde mi hombro a mi mejilla, y me acaricia el pelo. Coloca su izquierda en mi cintura y me acerca a él con suavidad. Va a besarme. Y lo sé por todas las otras veces que lo hemos hecho. Para justo a un centímetro de mis labios. Parece que está más nervioso que yo. Quiero besarle, es lo único que quiero. Cierro los ojos, y voy a besarle pero entonces, se oye un grito fuera del salón.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Marcus XXXIII

Sara se desploma al entrar en su casa y me quedo estupefacta. Suelto las bolsas que traíamos en el suelo y me arrodillo junto a ella. Su pulso es débil. Intento despertarla pero es inútil. Nunca tuve mucha fuerza pero como puedo cojo a Sara en brazos y la llevo hasta el sofá. Diría que pesa hasta menos que yo, y eso que es bastante más alta.  Entro en la cocina buscando hielo y un trapo. Lo humedezco, envuelvo el hielo y se lo coloco alrededor de la cara y por el cuello,  pero no reacciona. ¡Ya no sé qué más hacer! Saco el móvil del bolsillo y marco al 112. Suena el primer bip y noto como alguien me aprieta la mano. Ella se ha despertado así que cuelgo. 
-¿Por qué lloras?-me pregunta. 
Ni si quiera me había dado cuenta de que estaba llorando. Seco las lágrimas de mis mejillas y la abrazo tan fuerte que sé que le estoy haciendo hasta daño. Así que la suelto y la miro fijamente a los ojos. Ella me devuelve la mirada durante un instante y luego mira a su alrededor buscando una explicación. 
-¿Qué ha pasado?-me pregunta intentando incorporarse, pero no puede hacerlo y vuelve a tumbarse cerrando con fuerza los ojos. 
-¿Que qué ha pasado?-respondo enfadada-¡Que te has desmayado en la puerta!
Sara abre los ojos a la vez que se sienta en el sofá a mi lado. Vuelve a cerrarlos e intentando forzar una sonrisa me mira de nuevo. 
-¿Que me he desmayado?-pregunta como si de verdad se sorprendiese.-Pues se me debe de haber bajado la tensión o algo.
Y mientras dice eso se levanta del sofá dirigiéndose a la cocina. La sigo intentando comprender lo que pasa pero no lo sé. En ese instante me llega un WhatsApp y me da por mirar la hora, son las cuatro y cuarto y la realidad es que yo estoy muerta de hambre. 
-¿Desde cuándo no comes?-la pregunta llega directa al corazón como un puñetazo en el estómago. 
Sara tarda en responder. Se queda pensativa dudando entre qué decir. Lleva sin comer desde ayer al medio día pero no tiene hambre. No tiene nada de hambre. Antes comían en el comedor del colegio, pero ella lleva ya tiempo sin quedarse porque siempre sale con la excusa de hacer algo. Intenta responder con una media sonrisa. 
-Desde hace un rato. ¿Por qué?
-¿Y cuándo es hace un rato? Porque yo no como desde el desayuno y tú llevas prácticamente todo el día conmigo. 
Veo que Sara se gira y me mira. Sé lo que está pensando, como inventarse un momento en el que no hayamos estado juntas pero no lo hay. Se rinde y baja la mirada. 
-No he almorzado.
-Pues vamos a comer algo, que yo tengo hambre.
-No, no  me apetece.-responde.-Come tú, si quieres, yo voy a ir organizando las cosas. 
Hago como si no la hubiese escuchado y la ayudo a sacar todas las cosas para la fiesta, nos ponemos a guardar bebidas, hacer sándwiches, colocar las cucherías en cuencos, contar si faltan muchos vasos. Después de eso, voy colocando los altavoces, dejo la música en el aleatorio y suena de fondo una canción de Grace Kelly que nos gusta mucho a las dos. La cantamos pegando saltos por toda la casa hasta que acabamos tiradas en el sofá riéndonos a carcajadas. Intento recuperar la respiración después de tanto reírnos.
-Vamos a comer algo-digo cuando consigo hablar con normalidad-Y ni se te ocurra decirme que no. 
Se rinde sin oponer resistencia porque es consciente de que no lo está haciendo bien. Abro algo de las patatas para luego y nos comemos un bocadillo cada una. La veo comer al principio muy despacio, pero luego lo devora como si fuese a quitárselo, tenía que estar muerta de hambre, y no me extraña. Son las seis menos cuarto y ya estoy cansada, no me quiero imaginar la tarde que nos queda. Subimos arriba y preparamos las camas para cuando se vayan todos. Sabemos que no vamos a dormir, pero por si acaso tiramos los colchones al suelo, colocamos las sábanas y dejamos la puerta de esa habitación cerrada. 
A las seis suena el timbre y comienza a llegar gente. Primero viene Ari acompañada de Pablo y de ese tal Carlos que nos presentó una vez y con más cosas. El chico es, si cabe, más guapo de como lo recordaba. Detrás de ellos viene mucha más gente, Marcus viene con unos pocos amigos del equipo de fútbol. Cuando me doy cuenta medio instituto está en el salón de la casa de Sara, todos hablando, gritando y riendo. Hay que poner un poco de orden antes de que llegue Lydia, ella no puede escuchar ruido desde fuera. Me subo encima de la mesa de salón y pego un grito. Todo el mundo me mira y me sonrojo aunque hablo:
-Señores, señoras, escúchenme. Lydia no debe intuirse nada hasta que no entre y gritemos sorpresa, y ustedes arman muchísimo jaleo así que les pido que se escondan detrás de los sofás, de las cortinas, debajo de la mesa, o donde se les ocurre dentro del salón; pero, por favor, que no se les vea ni hagan ruido, en menos de diez minutos ella va estar aquí. Cuando yo encienda la luz tenemos que gitar "¡Sorpresa!" ¿vale?
Unos pocos asienten con la cabeza mientras el resto va a esconderse en algún lugar. Cuando veo que más  o menos todo el mundo está organizado me bajo de la mesa con un salto. Marcus, al que aún no había podido ver tranquila, se acerca y me besa muy suavemente. Al cerrar los ojos recuerdo el beso que casi le doy a Eric y me estremezco. Tengo ganas de llorar, no sé qué me está pasando, quiero a Marcus, lo quiero muchísimo, y no puedo hacerle daño. 
Sujeta mi cara entre sus manos y me mira fijamente. Trato de sostenerle la mirada pero me cuesta. Entonces, me da un pequeño mordisquito en la nariz y me abraza con fuerza. Me dejo llevar en ese abrazo y noto como las lágrimas rodean mis mejillas, intento retenerlas y mientras él me acaricia el pelo lo consigo. Ariadna me llama y me separo de Marcus, le sonrío y le beso. Me giro hacia Ariadna y me hace señas. Lydia está cerca, estoy nerviosa, espero que salga todo bien porque llevamos mucho tiempo preparando esto. 
Llaman al timbre. Es Lydia, con Carla. Lanzamos una última mirada al salón revisando que este todo en orden. Marcus se pega a la pared y apaga la luz. Es el momento exacto. Abro la puerta y le damos dos besos a cada una. Carla trae una peli así que vamos al salón como si fuésemos a verla. Al dar un paso dentro en el salón Marcus enciende la luz y todos gritan a la vez "¡Sorpresa!" Lydia abre la boca y Pablo, su Pablo, se acerca hacia él con un ramo de doce rosas rojas. Un par de lágrimas ruedan por sus mejillas. Y la veo sonreír tanto que no recordaba haberla visto tan feliz desde hace mucho tiempo...

domingo, 17 de agosto de 2014

Marcus XXXII

La noche antes de la fiesta lo padres de Sara se han marchado ya y no hay nadie a parte de ella en casa. Todo está oscuro, y desde el interior solo se escucha el sonido de los coches al pasar por delante de su ventana, cerrada a pesar del calor. Tapada hasta arriba trata de conciliar el sueño, dando vueltas de un extremo a otro de la cama. Está tan cansada que podría quedarse dormida de pie, pero cada vez que cierra los ojos, tiene la necesidad de abrirlos. "Jodido insomnio" piensa mientras se levanta con desgana. Aún no son las doce, y baja por un vaso de agua. Una gota de sudor cae desde su nuca hasta el coxis, y se estremece. Su cabeza no para de darle vueltas a lo mismo y aunque intenta alejar esos pensamientos no puede.

El agua fría cae en su estomago vacío y este ruge. No ha cenado nada, realmente tampoco recuerda bien si ha almorzado hoy, pero qué más da. Apaga la luz de la cocina y sube las escaleras. Para en el último escalón, un poco mareada, y decide poner el aire de su cuarto nada más que entra. Se sienta en el escritorio y enciende el ordenador. No tiene intención de volver a la cama, pues sabe de sobra que no va a quedarse dormida. Introduce la contraseña para estar en twitter un rato mientras pone de rap de fondo. Swan Fyahbwoy es droga para sus oídos, y una leve sonrisa aparece en su rostro escuchando su canción favorita, aunque no tarda mucho en desvanecerse. Decide escribir, por si así puede relajarse.

"Hace tiempo que nada es como antes y es como si nadie se diese cuenta. Estoy cansada de estar cansada, de no dormir, de esas voces que me repiten todo lo que hago mal constantemente. Estoy cansada del instituto, de la gente, de los insultos y de todo lo vivido hasta ahora. Echo de menos ser pequeña. Poder correr, reír y jugar como si no hubiese otra cosa. Sin preocupaciones, sin complejos, sin líos, solo con una única meta, la de reír y ser feliz hasta que te doliese la barriga de hacerlo. Cuando pensabas que podías comerte el mundo y que el mayor problema era perderte tu serie favorita. 
Y mírame ahora. Rota, con heridas. Tanto por dentro como por fuera. Tan vacía que podría caer en picado en mi propio vacío. Y es que es increíble como se cambia con los años...y con los daños." 

Pulsa el enter y guarda ese texto en una carpeta donde hay otros cientos de ellos. ¿Algún día alguien los leerá? Sabe que no. O, al menos, eso espera. Es mejor hacer ver que todo está bien que mostrar como te sientes realmente. Tampoco es que a nadie fuese importarle su vida, ni cómo se siente realmente. Apaga el ordenador y vuelve a la cama. Demasiado grande para ella sola, eso es lo que siempre ha pensado. De toda su casa en general.
Sus padres casi nunca han estado en casa. De pequeña, siempre había una tata, que la cuidaba, y solo los veía los fines de semana, a veces, ni eso. Por eso, la casa le parecía demasiado para ella sola.  Aunque para cosas como las de mañana venía siempre bien.  La fiesta tenía que ser increíble, por su amiga, porque ella no tenía ganas ninguna. Aunque quizás mañana fuese otro día y si le apeteciese.
Piensa en mandarle un whatsapp a Alicia antes de ir a dormir. Mira su última conexión. Es hace un minuto. Se muerde el labio y escribe un "te necesito" que rápidamente borra. Bloquea su smarthphone, y lo vuelve a dejar en la mesilla. Hace no mucho, se pasaban horas y horas hablando. Y es que las cosas han cambiado demasiado desde entonces. Demasiado para su gusto, pero nada dura para siempre. Y quien quiera creer que sí, vive engañándose así mismo. Cierra los ojos intentando dormir pero no se queda dormida hasta bien entrada la noche.

Estoy con Alicia caminando en silencio hacia mi casa. Un silencio incómodo entre nosotras cuando antes no podíamos ni quedarnos calladas, ahora es como si nos separase la distancia a pesar de estar a centímetros. Es ella quien decide romper el hielo.

-Estás más delgada-dice mirándome a los ojos fijamente-bastante más delgada.
Esa frase es como una patada en el estómago. No lo estoy-pienso-desde luego que no. Cierro los ojos un segundo, tratando de encontrar una respuesta. Suspiro y vuelvo a abrirlos.
-No lo estoy.-respondo después de un buen rato.
-¿Qué no lo estás? Mírate anda. Claro que lo estás.

Decido simplemente no responderle. No voy a discutir algo en lo que nunca nos vamos a poner de acuerdo así que simplemente sonrío y acelero un poco el paso.
Entramos en mi casa, voy a soltar las cosas y de repente, todo lo que veo es oscuridad. Eso es lo último que recuerdo.

viernes, 4 de julio de 2014

XXXI

Cuando entra en el salón sé que no espera ver a Eric. Abre los ojos como platos y me mira. Le devuelvo la mira. En ese momento, Eric se levanta a saludarla y mi madre lo abraza. "Pero qué grande estás" le dice. Le ofrece quedarse a cenar y él acepta. La cena se hace amena. Mi madre y Eric conversan, sacan recuerdos y reímos durante un buen rato. Cuando él se va mi madre se sienta conmigo en el salón.
-¿Hoy no viene Carla?-pregunta.
Cierto, me había olvidado de Carla por completo. La llamo y no me lo coge. Vuelvo a llamar y tampoco. Me dijo que iba a venir así que subo a mi cuarto me visto y le digo a mi madre que vuelvo pronto. Son más de las once. Vuelvo a llamarla y continúa sin cogerlo. Cuando llego a su casa escucho gritos en el interior. La puerta se abre y Carla cae por las escaleras luego alguien da un portazo. Me estremezco. Corro hacia ella intentando levantarla. Tiene le labio roto y varios golpes visibles. La miro mientras agacha la cabeza avergonzada y las lágrimas ruedan por sus mejillas. Le prohibo llorar aunque sé que será inútil, quiero entrar hablar con esa cosa pero decido que lo mejor será volver a casa.
Me reprocho a mí misma haberla dejado venir sola aquí. Debía de haberme avisado para haber podid acompañarla pero ella es tan cabezota... Y su padre... no se merece ni que le mirase a la cara. Abrazo a Carla durante todo el camino mientras solloza. Esta vez le ha debido de hacer más daño psicológico que físico, porque por desgracia, está acostumbrada a palizas como esta. Sé que si no me ha avisado es porque le da miedo que a mí me haga algo, pero yo le denunciaría. Ese hombre no puede seguir atemorizando a su familia como lo está haciendo.
Entro con Carla en casa y mi madre la mira incrédula. Abre y cierra los ojos un par de veces intentando que lo que está viendo sea solo un espejismo, pero no es así. En silencio, se dirige a la cocina y saca el botiquín. La seguimos y con la mano le indica que se siente en la silla. Sin hacer preguntas le cura en labio y algunas heridas. Acompaño a Carla arriba a que se de una ducha de agua caliente y se relaje un poco. Cuando escucho el agua correr bajo las escaleras. con cuidado. Mi madre está esperándome abajo, probablemente con un millón de preguntas.
Intento explicarle toda la situación lo mejor que sé y desde el principio. Lloro recordando muchos momentos pero intento evitarlo y a mi madre también se le saltan las lágrimas un par de veces. Ya había hablado esto con ella antes, pero quizás no había sido del todo sincera. Cuando termino de hablar mi madre me abraza para tranquilizarme.
-Voy a hablar con la madre de Carla-susurra-tranquila pequeña, mientras todo esto pasa Carla puede quedarse con nosotros, y si tiene que coger algo puedo ir yo con papá a buscarlo. No tiene que volver más si no quiere por el  momento.
No digo nada, solo la abrazo con fuerza. Carla sale de la ducha y baja las escaleras. Mi madre la tranquiliza a ella también y le asegura que no le va a pasar nada mientras esté con nosotros. Le da las gracias y subimos a mi habitación. Suavemente, cierro la puerta.
 -¿Quieres contarme qué ha pasado está vez?-le pregunto.
-Solo ha bebido más de la cuenta y  se ha enfadado porque se ha dado cuenta hoy de que no estoy yendo a dormir a casa y mi madre tampoco. Solo fui a coger algo de dinero...
-No vuelvas a ir sola ¿vale?-le digo.-Por cierto, mañana es el cumpleaños de Lydia ¿lo tienes todo?
-Sí-responde-Hoy lo he llevado todo a casa de Sara.
-Yo he hablado con todo el mundo. Van a estar allí  a las 6 para ir preparando cosas. Marcus estará por allí para poner orden mientras que llegamos y no.
-Me parece bien-responde Carla.
Nos llevamos un rato hablando por teléfono con Sara. Noto su voz cansada y sé que le pasa algo pero es inútil que le pregunte así que solo intento hacerla reír. Su risa es un poco forzada pero al menos lo intenta. Luego Carla se acurruca en su colchón y se queda profundamente dormida. No tengo nada de sueño así que me siento en el borde de la ventana y observo la ciudad. Siendo sincera, vivo en un lugar bonito. Es un barrio pequeño, un poco alejado del mundo,  pero a mí me gusta. Por eso no quise irme de aquí.
Empiezo a tener algo de frío así que entro y cierro la ventana intentando hacer el menor ruido posible para no despertarla. Ando de puntillas hasta introducirme en mi cama. Miro a Carla mientras duerme intentando quedarme dormida yo también pero...hay algo que me atormenta. Esta noche. Cuando estaba con Eric. Si mi madre no hubiese entrado por la puerta Eric y yo...¿nos habríamos besado? Él iba a besarme ¿no? Y yo tampoco me estaba apartando... Por Dios, ¡cómo podía haber estado apunto de besarle! Él era mucho mayor que yo, solo éramos buenos amigos y yo...yo estoy con Marcus. Estoy bien con él, no podría hacerle eso. Y continúo dándole vueltas hasta que me vence el sueño.
El despertador suena a las siete en punto, maldigo a mi insomnio y pongo los pies en el suelo.  Miro la cama de al lado pero Carla no está. Descalza camino hasta el baño, la puerta está cerrada. Llamo un par de veces y al ver que no responde nadie entro con cuidado.  Carla está sentada al lado de la taza del váter, tiene los ojos llorosos y está pálida. Me arrodillo a su lado separándole el pelo de la cara.
-¿Qué te pasa?-le pregunto-¿Has vomitado?
Asiente con la cabeza pero no articula palabra. Le hago cosquillitas en el pelo hasta que decide hablar.
-Me pasa a veces-dice-me entran ganas de vomitar y ... bueno. No te preocupes. Ya estoy mucho mejor.
-¿Cuántas veces es 'algunas veces'?-pregunto.
-No lo sé...-dice incorporándose-A veces, no lo controlo.
-Avísame cuando te vuelva a pasar-le digo saliendo del baño.
Nos vestimos en silencio. Le doy vueltas y más vueltas a lo que acaba de pasar y estoy tan concentrada que no me entero de que Carla me está hablando hasta que no me toca el brazo para llamar mi atención. Cojemos las cosas y salimos al instituto. En la puerta está Marcus hablando con Ari y Sara, supongo que sobre la fiesta de esta tarde. Me acerco a él y le beso pero por un instante un escalofrío recorre mi cuerpo y me aparto suavemente.
-¿Estás bien?-me pregunta.
-Sí.-respondo con la voz entrecortada.-Claro.
Ya ha acabado el instituto y todo está preparado para esta tarde. Yo me voy a ir con Sara a su casa para preparar las cosas. A las seis llegan los demás y cuando yo avise a Carla traerá a Lydia. Así que cuando Lydia se va a su casa yo recojo las bebidas de la mía y me voy con Sara a su casa para poder prepararlo todo.
Lo que nosotras no sabíamos es que esta iba a ser una tarde muy movidita.

lunes, 16 de junio de 2014

Marcus XXX

"Estoy al lado de un barranco. Miro al suelo y las olas rompen fuerte contra las rocas. Me siento la filo del mismo y mi pelo se mueve con el viento. Noto el frío que recorre mi espalda, tengo la piel de gallina y debería tener frío pero no lo tengo. Respiro el aire fresco mientras observo el paisaje, oscuro y me atrevería a decir que algo tétrico. En ese momento, la  parteen la tierra sobre la que estoy sentada se rompe. Caigo al vacío mientras grito. Doy un fuerte golpe contra una roca y..."
Me despierto sobresaltada. Otra pesadilla, para variar. Escucho el timbre. Me recoloco un poco el pelo y miro por la mirilla. Es Eric así que abro la puerta sonriendo. Me mira y me abraza levantándome ligeramente del suelo. Entonces recuerdo que solo llevo una camiseta ancha y la ropa interior y me sonrojo.
-Estás muy mona-dice bromeando.
-Calla-le digo dándole un ligero toque en el brazo.-Voy a subir a cambiarme anda.
-Hey, espera-me giro-no te cambies. Hay confianza y no se te ve nada.
Me miro en el espejo de la entrada. La verdad es que la camiseta es casi un vestido y entonces recuerdo que me puse unos culotes antes de echarme en el sofá así que entro en el salón y me siento. Eric se deja caer a mi lado. Lo veo mirar a todas partes. Busca lo mismo que busco yo todos los días... luego disimula y me mira.
-Todo está casi igual que la última vez que estuve aquí.-se le entrecorta un poco la voz.
-Sí...-afirmo-solo faltan las fotos.-Todas las fotos de antes de aquello están guardadas en aquella habitación. Allí se han agolpado todo y cada uno de los recuerdos. Escondidos como si así doliesen menos.
Le observo mirar las paredes vacías, yo también echo de menos las fotos, pero solo a veces. Otras, agradezco que no estén. Se quita los zapatos y cruza las piernas encima del sofá. Hablamos de diversos temas durante un buen rato. Me cuenta qué ha sido de él estos años, qué está estudiando. Luego soy yo la que le cuenta como ha sido mi vida. Lloramos, reímos y volvemos a llorar y así pasamos toda la tarde.
-Oye-llamo su atención y dirige su mirada hacía mí de nuevo-Gracias. Por la canción.
-Yo...-sonríe-pensé que te gustaría. Antes nos gustaba mucho. A todos.-recalca el todos y noto como un nudo se forma en mi garganta.
-Sí-respondo algo triste.
Entonces le veo llorar. A él. Al chico fuerte que hace unos años jugaba conmigo haber quién le hacía más cosquillas a quién hoy está aquí llorando. Después de tanto tiempo. "Ahora vuelvo" digo. Pongo mis pies en el suelo y subo las escaleras. Peldaño a peldaño. Despacio. Me paro frente a la puerta de su habitación. Trago saliva, tomo aire y giro el pomo. Me cuesta trabajo decidirme del todo pero enciendo la luz y entro. Los recuerdos me golpean como una bofetada pero trato de mantenerme fuerte. Fotos, posters, juegos, recuerdos. Muchos recuerdos que llevo años escondiendo en este maldito cuarto sin saber que realmente esto son solo cosas,  y los recuerdos están guardados en mi corazón.
Avanzo pisando el frío suelo. Está todo exactamente que la última vez que entré hace años. En el cabecero de la cama hay una gorra de béisbol. Su gorra favorita. Es preciosa. La cojo entre mis brazos y la abrazo. Intento sonreír pero no puedo, demasiado dolor de golpe como para fingir. Apago la luz y antes de cerrar la puerta susurro un "adiós" y hago que mi mente guarde todos los recuerdos de nuevo. Bajo las escaleras, esta vez más deprisa y salto los tres últimos escalones. Eric me mira sonriendo. Me acerco a él y vuelvo a sentarme en el sofá, a su lado.
-Toma-le digo extendiendo mi mano con la gorra de béisbol-Es para ti. Creo que tu deberías tenerla.
Eric mira la gorra perplejo. La toma entre sus manos y se queda un buen rato en silencio. Le miro y él me duvuelve la mirada. Luego levanta la cabeza.
-No puedo aceptarla-replica-esto te pertenece.
-No, no es así.-le digo-Eso es más tuyo que mío, por favor. Guárdala. Me ha costado mucho entrar como para tener que volver a dejarla de nuevo.
Asiente y me estrecha entre sus brazos. "Gracias" susurra, pero yo sé que es a él a quien de verdad le pertenece.
-¿Todo está como la última vez?-pregunta.
-Sí. No ha cambiado nada.
Abre la boca como para decir algo pero se arrepiente y la cierra. No quiero saber que es por miedo así que procuro cambiar de tema. Le pregunto que si tiene novia, a lo que contesta que no. No sé porqué pero una parte de mí se alegra de ello. Luego él me pregunta a mí. Tardo un poco en responder y le digo que sí. Le hablo de Marcus, de como es y de que creo que con él estoy bien. Luego, no sé porqué le cuento lo que me ha pasado hoy. Le cuento que una parte de mí lo tenía muy claro pero que otra estaba aterrorizada. Me escucha hasta que ya no sé qué más decir. Luego se acerca a mí y pone sus manos en mis muslos. Debería sentirme incómoda pero me reconforta.
-Ay, pequeña, pequeña.-dice-Es normal que estés nerviosa y que tengas dudas. Solo te digo que debes estar tranquila, y segura. Si te quiere, esperará ¿no? De  todas formas estoy segura de que lo harías genial.
Le sonrío y me devuelve la sonrisa. Estoy mirándolo fijamente a los ojos. Se acerca a mí y yo a él. Su respiración es entrecortada. Él está como nervioso. Creo que está apunto de besarme, cuando escucho la puerta abrirse y, sonrojada, me separo rápidamente. Mi madre ha llegado a casa.

lunes, 21 de abril de 2014

Marcus XXIX

"Recuerdo y pienso en el tiempo que llevábamos sin vernos. Dos niños, pequeños, que lo sentían todo y lo sigo sintiendo hoy por ti." Se me corta la respiración y separa un poco el teléfono de mi oreja. Cuando vuelvo a hacercármelo el estribillo de la canción suena muy fuerte "Volverá, juro que volverá. Lo sigo sintiendo y te echo de menos, que acabe mi soledad. Volverá, te juro que volverá. Ese amor verdadero de cuando era pequeño te juro que volverá. Volverá." Luego la música cesa y aunque las lágrimas se agolpan en mis ojos estoy sonriendo. Sonriendo de verdad.
Esa era nuestra canción. De pequeña me pasaba las horas cantándola  pero desde entonces la había evitado. Pasan unos diez segundos y me atrevo a decir "gracias". Luego cuelgo, sin esperar una respuesta porque no estoy segura de qué es lo que quiero oír. Cuando regreso a mi habitación Marcus y mi primo pequeño no están. Solo está Gonzalo sentado rasgeando la guitarra. Me sonríe mientras pone los acordes de una canción. Comienza a cantarla y al principio no recuerdo cual es porque es una canción algo antigua, pero luego el nombre viene solo a mi memoria y con él la letra de la canción. "Y cuando nadie para un rato y mira a su alrededor no se deja afectar. Y es que este mundo gira tan deprisa..." Le acompaño en el estribillo que es lo único que me sé. El canto del loco era uno de mis grupos favoritos antes.
 Mi primo canta con los ojos cerrados disfrutando cada acorde, viviendo la canción. Tiene realmente magia en la voz. Da el último acorde y abre los ojos. Sonríe y le devuelvo la sonrisa. Nos quedamos un rato en silencio, sin saber bien qué decir. Le veo mucho más mayor que hace unos meses. Supongo que el tiempo pasa igual para todos. Ojalá volver al pasado y que todo fuese como antes.
-Prima-llama mi atención trayéndome de vuelta a la realidad-¿puedo contarte algo?
-Claro-le sonrio. Aunque él también lo hace su mirada se ve triste.
-No me gusta vivir con papá-comienza a decir-No me gusta su forma de pensar. Ni como me trata o a mamá. Lucas llora mucho cuando papá chilla y no me gusta verlo llorar. Mamá dice que papá a veces se enfada un poco pero que es un hombre bueno...yo no creo que sea un hombre bueno.-veo como se llenan sus ojos de lágrimas pero intenta no llorar.
-Llora-le digo mientras le abrazo. Y comienza a llorar, quizás más de lo que esperaba. Luego se despega de mí, se seca las lágrimas y me sonríe.
-Papá siempre me riñe por llorar, dice que los hombres no llorar, pero ¿sabes qué? Él es tonto.
Y sin poder evitarlo me río. Nos reímos. Mi primo ha sido muy maduro desde pequeño y realmente, siempre me he apoyado yo más en él que él en mí. Vuelvo a abrazarle muy fuerte.
-Si sigues apretando me harás daño-me dice.
-Lo siento-digo riendo-Sabes que puedes venir cuando quieras ¿no? Solo tienes que pedírmelo e iré a buscaros.
-Vendremos más a verte, sin papá-dice bajando la voz.
Justo en ese instante llaman a la puerta y Lucas entra.
-Dice mamá que nos vamos ya, pero yo no quiero irme.
Lo cojo en brazos y bajo con ellos las escaleras. Despedirme de ellos me da pena. A mi tío ni si quiera lo miro y Marcus las veces que lo hace lo mira con asco. Cuando mis tíos se van mis padres van a salir a hacer la compra. Mi madre me lanza una mirada de "ni se te ocurra hacer nada que no debas" y nos deja solos. Marcus rodea mi cintura con sus manos y me pega suavemente a la pared. Su mano derecha recorre mi espalda mientras la izquierda me hace cosquillitas en la tripa. Estoy un poco encojida por lo que él se ve incluso más alto de lo normal. Se agacha y me besa. Paseo mis dedos por su nuca bajando por el cuello y llegando a los botones de su camisa. Los desabrocho uno a uno y dejo caer la camisa al suelo. Él quita mi camiseta y cae justo al lado de la camisa. Comienza a besarme el cuello y mi piel se pone de gallina. Muerdo su oreja y se estremece.
Me coge en brazos y subimos a mi habitación. Desabrocho el botón de su pantalón y bajo la  cremallera. Me empuja sobre la cama y se coloca al lado mío. Baja mis pantalones, me mira y comienza a subir dándome besos hasta la boca. Mi respiración es mucho más fuerte que la suya. Estoy bastante nerviosa.  Me separo un poco de él y le miro a los ojos. Son los más bonitos que he visto nunca. ¿Cómo puedo seguir teniéndo dudas? Él está ahí, mirándome y yo... creo que voy a llorar. Quiero decírle que pare, que no estoy segura pero entonces su móvil suena. No le echa cuenta y me besa. Soy consciente de que estoy temblando pero intento que no se me note. El móvil vuelve a sonar. Se incorpora un poco y lo mira. Lo coge y la llamada dura menos de diez segundos, dice "vale" y cuelga.
Me mira algo sonrojado. Vuelve a besarme y se incorpora del todo.
-Tengo que irme. Lo siento muchísimo-dice bajando un poco la cabeza.
-No te preocupes-le sonrío-lo entiendo.
Le observo mientras se viste. Yo me pongo una vieja camiseta larga y me las apaño con eso. Le acompaño abajo y me despido con un beso. Otra vez será, pienso.  Cierro la puerta y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Mi móvil suena. Descuelgo pero esta vez no escucho ninguna canción sino su voz.
-Hola Ali-dice.
-Hola Erci-sonrío detrás del teléfono.
-¿Te parece bien que vaya en media hora?-pregunta-Solo si puedes eh, no quiero molestar.
-Claro que no, te espero aquí.
Cuelgo y me siento en el sofá esperando a que Eric llegue pero los ojos se me cierran y me quedo profundamente dormida...

martes, 15 de abril de 2014

Marcus XXVIII

Despierto antes de que suene la alarma y Carla está sentada en el borde de la ventana. Corre un poco de brisa y su pelo suelto se mueve ligeramente hacia la derecha. La llamo y se gira. Creo que no se esperaba que estuviese despierta porque se asusta y por un momento creo que podría caerse y me da un vuelvo el corazón. Se levanta y entra de nuevo cerrando la ventana.
Las horas en el instituto se me hacen largas pero no pesadas. No quiero que llegue el medio día pero finalmente dan las tres y el timbre anuncia que es hora de volver a casa. Marcus y yo vamos de la mano todo el camino. No hablamos mucho, le noto algo raro pero decido no preguntarle. Saco las llaves del bolsillo pequeño de la maleta y abro. Soltamos nuestras cosas en el hueco de la escalera y entramos en el salón.
Mis primos pequeños corren hacia a mí y me abrazan. Llevo meses sin verles. Están enormes. El mayor siempre fue más guapo que el pequeño pero es que ahora está guapísimo. Tiene unos ojos azules preciosos y está casi tan alto como yo, aunque eso no es muy difícil. El pequeño está mucho más rubio que antes y más guapo también. Le doy un pequeño toquecito en la nariz a cada uno y me acerco a saludar a mi tía.
Mi tío está sentado en el sofá hablando con mi padre sobre fútbol, supongo. Me mira y sonríe. Se me agarra un nudo en la garganta y creo que voy a salir corriendo pero le sonrío y me acerco a darle dos besos.
-Pero por Dios...mira que grande estás ya.-dice-¿Cuánto llevo sin verte? ¿Años? Estás mucho má guapa. ¿Ese que es tu novio?
-Sí.-asiento.-Marcus.
-Encantado Marcus-sonríe estrechándole la mano.-Espero que sepas como tratar a una mujer.
-Descuida-respondo y le fulmino con una mirada de asco. Salgo del salón para ayudar a mi madre en la cocina.
Comenzamos a comer unos veinte minutos después. Nunca se me ha hecho una comida tan larga. Los comentarios machistas de mi tío son realmente insoportables. Marcus lo nota y lo mira con desaprobación aunque sonríe a sus bromas por educación, como todos. "Las mujeres recoged los platos que es lo que tenéis que hacer. Los hombres nos vamos al salón. ¿Te vienes Marcus?" pero él ni si quiera le responde, se levanta y recoge todos los platos que puede y los pone en el fregadero. Mi tío sale de la cocina francamente ofendido y le siguen mi padre y mi primo pequeño al que ha agarrado fuertemente del brazo. Gonzalo, el mayor, sin embargo coge su vaso y el de su hermano y también lo deja en el fregadero. Sonriéndome.
Ayudo a recoger y subo arriba para ir al baño. Abro la puerta cuando una mano se posa sobre mi hombro y me empuja hacía el interior. Me giro aguantando incluso la respiración. Fran, mi tío está ahí, delante de mí, pero no me muestro tan temorosa como de costumbre, todo lo contrario. Estoy enfadada, dolida pero no tengo miedo.
-¿Qué?-le digo.
-Llevamos sin vernos solos desde que tenías nueve años. Estás preciosa.-dice acercándose.
-La diferencia es que he crecido. Me alegro enormemente de que no tengas una hija. Das asco.
Ni si quiera se como pero le pego una patada y salgo por la puerta, tan tranquila. Bajo las escaleras y le escucho quejarse pero no le echo cuenta. Me siento en el sofá con mis primos, jugando con ellos. Fran ya ha bajado así que subo con los pequeños y Marcus arriba. Lucas, el pequeño, pega saltos en la cama mientras canta una canción que suena en la radio últimamente aunque no entiendo bien cual es. En la esquina de al lado de la venta hay una guitarra, mi primo Gonzalo la mira y me mira a mí. Asiento y el se levanta a cogerla. Está afinada y comienza a tocar unos acordes familiares.
"You only need the sun when it's starts to snow. Only know you love her when you let her go..." Canturrea mientras rasguea la guitarra. Marcus y yo lo miramos fijamente. Tiene una gran fluidez y una voz muy dulce. Cuando ve que lo miramos se sonroja un poco y para.
-Sigue-le digo.-Lo haces muy bien.
Mi primo vuelve a hacer sonar un acorde cuando mi móvil me interrumpe. Es Eric, había quedado con él. Lo olvidé por completo. Salgo de la habitación y descuelgo, pero no escucho su voz, solo una vieja canción....

Marcus XXVII

No sé si lo de Carla fue un excusa para entrar o fue real. Llevo viviendo aquí toda la vida, pero desde su muerte me llevé un tiempo sin estar con mucha gente. Y cambié de instituto. Nuevos profesores, nuevas amigas, nuevos compañeros, nueva vida. La única persona que me conocía del todo era Sara. De pequeñas, mis padres y los suyos eran muy amigos y aunque estábamos en colegios distintos siempre pasábamos mucho tiempo juntas.
Estoy sentada en el sofá, acurrucada, mirando la tela aunque ni si quiera sé que echan. Carla entra en el salón con un vaso de leche caliente. Se sienta a mi lado y pone el vaso en mis manos. Me hace entrar en calor y le sonrío a Carla como agradecimiento. Intento sacar de mi mente todos esos pensamientos que llevo tiempo escondiendo pero me resulta casi imposible.
Carla no me quita la vista de encima, me incomoda por lo que evito mirarla y me concentro en la leche que estoy bebiendo. Ella se levanta y va hacía su mochila. Saca un paquete de tabaco al que estoy segura de que no le quedan más de seis cigarros y un mechero. Nuestro mechero. Hace exactamente siete meses que compramos ese paquete juntas. Extiende su mano ofreciéndome un cigarrilo. Al principio dudo, pero al final lo cojo junto con el mechero.
-Creo que es un buen día-dice ella.-prometimos que solo en malos días y...
-Estoy de acuerdo, es un buen día.
Vuelve el silencio pero me siento mucho más relajada. El humo hace que me lloren los ojos, o quizás no, quizás es que estoy llorando, sin más. Voy a apagar el cigarro cuando mi móvil suena. Es un número que no conozco, pero lo cojo.
-¿Si?
-Hola, ¿Alicia? Soy Eric.
-¡Ah, hola Eric!-exclamo. Me alegro escuchar su voz.
-¿Cómo estás? He pensado que si no tienes nada que hacer podríamos vernos mañana. Si te apetece.
-¡Claro! Si te parece, mañana te llamo y ya hablamos la hora y eso.
-Vale, ¡adiós!-cuelga.
Estoy sonriendo a pesar de que hace unos segundos lloraba. Hablar con Eric me recuerda a los viejos tiempos, es como si me llevase al pasado y me hace sentir bien. Suelto el móvil de nuevo en la mesa.
-¿Quién era?-pregunta Carla dándole la última calada a su cigarro.
-Un viejo amigo que me encontré esta tarde, cuando salí a correr. He quedado para verle mañana.
-Pero...¿estás bien con Marcus, no
-Por supuesto, es solo un amigo. ¿Te apetece algo de picar?-digo cambiando de tema y me levanto para ir a la cocina.
Es tarde, y dudo que mis padres lleguen temprano. Enciendo el horno y meto un pizza mientras Carla saca un paquete de patatas de la despensa. Miro el calendario casi sin querer y mis ojos se detienen en el día de hoy. Estamos a miércoles. Mañana viene mi tío con su familia y lo que menos quiero es verle. He olvidado por completo decírselo a Marcus así que incluso sin preguntarle a mi madre le pongo un WhatsApp. Me responde enseguida y su respuesta es afirmativa. Menos mal.
Las cerradura se gira y mis padres entran. Más temprano que de costumbre. Relatan lo duro que ha sido el día para ellos, que tienen mucho trabajo y todas esas cosas que dicen justo cuando no les presto atención. Cuando mi madre acaba de hablar le digo que Marcus va a venir mañana. No le hace ninguna gracia pero no pienso discutir con ella así que subo la cena a mi cuarto esperando que Carla me siga.
La pizza está realmente buena y creo que las dos estamos tan cansadas que justo después de dormir nos quedamos profundamente dormidas. De nuevo, con pesadillas.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Marcus XXVI

Ariadna está hablando con Sara en la puerta del instituto. Nos mira con complicidad y a la vez extrañada. Nuestras casas están en direcciones opuestas.
-¿Venís juntas?-pregunta Sara.
-Sí-respondo-Se ha quedado a dormir en mi casa.
No les doy tiempo a decir nada más porque Marcus me llama. Corro hacia él y le beso.
-Gracias por el mensaje de anoche.-le digo.
-Esperaba que estuvieses dormida-responde-¿todo bien?
-Sí-afirmo, y le beso.-¿No puedo pensar yo también en ti de madrugada o qué?
Reímos.
La mañana transcurre con normalidad.La mitad de las clases me las paso ausente, como siempre. Regreso a casa con Carla, pero ella sale después de comer a ver a su madre y a su abuela. Me quedo sola en casa. Subo las escaleras y la habitación vuelve a estar abierta. La cierro y un escalofrío recorre mi cuerpo. Se agolpan los recuerdos de repente e intento guardarlos dentro de mí pero no puedo y salen en forma de lágrimas. Entro en mi cuarto y cierro. Abro el armario y busco mi ropa de correr, la que usaba antes. Me queda perfecta, como si no hubiese pasado ni un día desde la última vez que la use. Me ato los cordones y salgo de casa cerrando con llave. Las canciones del ipod también me traen recuerdos pero los evito mientras corro. Cada vez más rápido. No sé bien a dónde quiero llegar por lo que bajo el ritmo.
Al principio, me canso con facilidad y creo que debo parar pero no lo hago. Sigo corriendo. A cada paso que doy es como si matase algo que me duele y eso me ayuda. Me siento libre así que continúo. Hace calor pero a penas lo noto. El sudor cae por mi cuello. Tengo sed. Debo beber si no quiero desidratarme así que bebo en un a fuente del parque. Continúo mi camino, sin un rumbo fijo. Cuando decido parar he subido a la colina que se ve desde la ventana de mi casa. Dios, estoy muy lejos, pero aquí me siento como en casa. Cuando salía antes, siempre terminaba aquí. Me siento en el suelo apoyando la pared contra un árbol. Cierro los ojos y no los abro hasta que no se ha igualado mi respiración.
Está oscureciendo. Observó los árboles. En uno de ellos hay una persona sentada exactamente igual que yo. Es un chico. Realmente guapo. Mayor que yo. Piel oscura. Me pilla mirándolo, me sonrojo y aparto la mirada. Su cara me resulta familiar, muy familiar. Está acercándose a mí y entonces ya sé de qué me suena. Él era amigo de... de él. Este chico es Eric. No puedo creerlo. Llevo tanto sin verle que me resulta increíble. Me tiende la mano para que me levante y se la doy. Luego, me abraza. Separo su cuerpo del mío y le miro. Sus ojos están llenos de lágrimas.
-Cuánto tiempo.-le digo.- Pensaba que no iba a volver a verte.
-Puedo decir lo mismo. Quise verte, pero ir a tu casa y saber que él no iba a estar se me hacía un mundo. Discúlpame.
Trago saliva. A mí también se me hace un mundo, pero en cierto modo es como si esos recuerdos hubiesen estado todos estos años guardados y ahora estuviesen volviendo. Poco a poco. Eric y yo charlamos durante más de una hora. Me acompaña a casa, pero se queda en la esquina de la calle. Le doy mi número.
-Llámame cuando quieras. Quiero volver a verte un día de estos.
-Te llamaré, descuida.-me da dos besos y se va.
Entro en casa y subo directamente a la ducha. Mis padres siguen sin estar y no me sorprende. Cuando salgo la puerta vuelve a estar abierta pero esta vez la luz está encendida y Carla está dentro.
-¿Qué haces aquí? ¡Fuera!-chillo.
Me mira incrédula y sale de la habitación apagando la luz y cerrando la puerta.
-¡No vuelvas a entrar ahí nunca! ¿Me entiendes? ¡Nunca!
Estoy temblando; y llorando. Le he gritado a Carla y estoy muy arrepentida. Ella al principio me mira asustada pero luego me abraza.
-Lo siento-comienzo a decir-Nunca debí haberte gritado. Perdóname.
-No te disculpes. Yo nunca debería de haber entrado. Escuché un ruido en el cuarto y fui a ver qué era. Pensaba que era un cuarto de trastos y que a lo mejor habría alguna rata. Lo siento, de verdad.
-Ese cuarto está siempre cerrado... no lo vuelvas a abrir si no te importa. Creo que ya sabes porqué.
Carla asiente y agradezco no tener que explicarle nada más porque no podría haberlo hecho. No estaba preparada para hablar de ello.

jueves, 20 de febrero de 2014

Marcus XXV

Carla sube a la habitación justo detrás de mí. Llama a la puerta, pero no le abro así que entra con cuidado y se sienta al borde de la cama, a mi lado. Me acaricia suavemente el pelo. Después de un buen rato habla.
-¿Es ese el hombre que hemos visto antes, verdad?
Asiento. Ni si quiera soy capaz de articular palabra. Voy a tener que soportarle, que verle. Voy a tener que cenar en la misma mesa que él. Y no quiero hacerlo. No quiero verlo. Por otra parte, hace mucho tiempo que no veo a mis primos y me apetece verlos, pero no a él. A él le odio. Le odio profundamente. Necesito soltar de alguna manera toda la rabia que llevo dentro y antes de que pueda darme las lágrimas se derraman por mis mejillas. Mi madre llama a la puerta y seguidamente entra, sin esperar respuesta.
-Alicia, tenemos que hablar.-no la miro. Ni si quiera hablo. Simplemente me limito a esperara a que continúe.-¿Qué te ha pasado? ¿Hay algún problema en que vengan los tíos a casa?
Sí. Claro que lo hay, joder. -No.-respondo.-Ninguno.
-Entonces, ¿qué te pasa?
-Nada mamá.-digo. Me seco las lágrimas y la miro con una sonrisa.- No pasa nada, de verdad. El jueves comemos con ellos.
-Eso es, no quiero que haya problemas en la comida.-responde. Luego me da un beso y sale del cuarto, sin cerrar la puerta como de costumbre.
Carla se levanta y la cierra. Abre su mochila y coge su pijama. La observo mientras se viste, aunque realmente ni si quiera le presto atención. Solo veo sus movimientos mientras pienso.
-Me intimidas.-dice.
-No.. no era mi intención. Lo siento.-respondo ruborizada y dirijo mi mirada a otra parte.
-No pasa nada, tonta.-responde riendo.-Se me ha ocurrido algo.
La miro. Sus ideas suelen ser descabelladas. Muy descabelladas. A ver con qué me sorprende hoy.
-¿Qué idea?-pregunto.
-Puedes preguntarle a tu madre si puede venir Marcus a la comida del jueves, por esto de que es una comida familiar, y que con eso se lo presentas a tu padre, y a tus tíos. Si tu tío ve a tu novio, no creo que intente hacerte nada. Dudo incluso que se te acerque más de lo debido. Marcus no va a separarse de ti, así que no te vas a quedar sola en ningún momento.
Francamente, era una idea brillante. Solo había un inconveniente, el tener a Marcus comiento en mi casa. Con mis padres. Iba a ser algo un tanto... incómodo. Aunque era una buena solución.
-Es una idea brillante. Gracias.-le digo.
Nos acostamos temprano, pero tanto ella como yo tardamos mucho en dormir.
"Justo delante de mí hay un acantilado. Corro hacía él huyendo de Dios sabe qué. El sudor recorre mi cuello y baja por mi espalda. Me tiemblan las piernas, estoy cansada y me cuesta respirar. El acantilado está cada vez más cerca, quiero parar pero no puedo. Tengo tanto miedo que tiemblo, no sé que hacer así que me resigno. Cierro los ojos y corro más rápido, más, un poco más y cuando llego al borde, salto. Por unos segundos juraría que volaba pero..."
Un grito me despierta de mis pesadillas. Estoy sudando, me cuesta respirar y las lágrimas caen por mis mejillas. Carla está también llorando. Sale corriendo de la cama y de la habitación. Escucho cerrarse la puerta del baño. Espero a que pasen unos diez minutos y voy a buscarla. Me estremezco al tocar el frío suelo con la planta del pie, pero no busco las zapatillas. Llamo dos veces a la puerta. Cuando voy a entrar ella sale. Está blanca y sigue teniendo los ojos muy hinchados. Creo que ha vomitado. La abrazo lo más fuerte que puedo. Regresamos a la habitación y la acuesto conmigo. Espero a que vuelva a dormirse. Y la escucho susurrar "gracias" antes de que la venza el cansancio.


Yo, sin embargo, no puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos las imagenes de la pesadilla se acumulan y vuelvo a abrirlos. No quiero moverme por miedo a despertarla. Cojo el móvil para entretenerme un rato en twitter cuando veo que tengo un Whatsapp. Es de hace dos minutos y de Marcus. Lo abro y leo: "No podía dormir y estaba pensando en ti. Solo quería recordarte que eres lo más importante que tengo. Gracias por todos estos momentos. Te quiero, Alicia." Lo releo unas catorce veces. Solo de imaginar la sonrisa de tonta que debo de tener me sonrojo. Le contesto, cierro los ojos y me duermo, pero mi mensaje no termina con un "te quiero" nunca me resultó fácil decir esas palabras. Otra noche quizás...
A las dos horas suena la alarma. Me cuesta trabajo levantarme, para cuando lo hago Carla ya está incluso vestida. Cojo los primeros vaqueros que veo y una camiseta verde agua. Cuando salgo la habitación de enfrente a la mía está abierta. ¿Por qué coño está abierta? La cierro de un portazo. Nadie debería abrir esa puerta.

sábado, 8 de febrero de 2014

Marcus XXIV

Corro lo más rápido que sé. Mis piernas están cansadas, debería hacer más ejercicio, me regaño. Carla corre detrás de mí. Lo más rápido que puede, pero es algo más lenta que yo. Vuelvo la cabeza y veo que nos sigue. Grita mi nombre pero intento no escucharle. Continúo corriendo calle abajo. No quiero ir a casa directamente, pues llamaría a la puerta. Giro por un callejón que hay a la izquierda y en cuanto puedo vuelvo a girar a la derecha. Carla me sigue fatigada. Estamos en la calle de la casa de Ariadna. Freno de repente en su casa y llamo al tiembre. "No digas nada" le susurro a Carla. Ari abre y nos invita a pasar.
-¿Qué hacéis por aquí?-pregunta sonriendo.
-Pues...-mierda, es tarde. No se me ocurre nada ingenioso.
-Estábamos por tu calle y pensamos en venir para hablar sobre la fiesta de Lydia. ¿Tú te vas a encargar de llevar a Pablo, no?-pregunta Carla. Uf, menos mal.
-Con respecto a eso...-comienza a decir.-Es que.. ¿no podemos hablarlo en otro momento?
No nos da tiempo a responder cuando un chico, sin camiseta, sale del salón. Es guapísimo y está bastante bueno. Nos mira sorprendido y mira Ari. Ella nos mira a nosotras. Y a él. Y a nosotras de nuevo. Entonces, Carla y yo nos miramos. El silencio es demasiado incómodo. Carla lo rompe.
-Bueno, que si estás ocupada, nos vamos y ya otro día lo hablamos.
-No, espera.-dice Ari.-Él es Carlos, amigo de Pablo.
Carlos, "el buenorro" se acerca y nos da dos besos a cada una, mientras nos presentamos.
-Yo me voy a encargar de avisar a Pablo, no os preocupéis. Estoy segura de que a Lydia le hará mucha ilusión.
-Sí claro, y dile a tu...bueno, a él que también se venga.-Carla fulmina a Ari con la mirada.
-¿Y si pasáis un momentito a la cocina? Ahora salimos Carlos.
Entramos en la cocina y Carla cierra la puerta. Ariadna coge un vaso de agua y se lo bebe de un trago. Nos ofrece, pero ambas negamos con la cabeza.
-Os debo una explicación.-suspira.-Conocí a Carlos hará un mes. Me lo presentó Pablo. Comenzamos a hablar todos los días, a quedar, y ... bueno, acabamos liándonos. Es muy majo. Es un poco mayor que nosotras, pero a penas se nota. Últimamente paso mucho tiempo con él, y estoy bien...-baja la mirada, no sabe bien que decir.
-Y no nos has dicho nada porqué...-digo
-Porque no estaba segura de si iba a tener algo con él o no. Tiene casi veinte años. Sé que es mayor pero estoy bien con él. A penas llevamos un mes conociéndonos pero... No quería deciros nada hasta que no supiese si esto iba en serio.
-Reconócelo, nos has ocultado a Carlos porque está muy bueno y temías que te lo quitásemos.
Reímos a carcajadas y la tensión que había entre nosotras se rompe.
-¿Tiene hermanos?-pregunto.
-Él tiene hermanos ¡y tú novio, guapa!-me responde Ari.
-Bueno pero yo no.-agrega Carla.-¿Los hermanos están igual de buenos? ¿Y si los invitas a la fiesta?
-Sí, están bastante buenos y son algo más pequeños que él. Entonces qué, ¿os ha gustado?
-Umm.. podría ser algo más guapo. Sí, un poco más guapo.
-Y quizás el pelo debería tenerlo algo más corto...No te preocupes, me lo quedo yo para que tú encuentres algo mejor.-ríe Carla.
-Ja, ja, ja. -responde Ari.-Es mío, lo siento.-dice giñándole un ojo.
-Nos vamos ya.-respondo.-No hagas cosas raras y siempre con condón, eh.
-Capulla...
-Adiós-se despide Carlos mientras salimos por la puerta.
Carla y yo hablamos durante todo el camino sobre lo bueno que está ese tal Carlos. Ariadna nunca ha sido de contar nada, pero esta vez se había pasado. Aunque bueno, sus motivos tendría. Entramos en casa. Mi madre mira a Carla y la mochila.
-Ah, mamá, Carla se queda a dormir,¿vale?
Subo a mi cuarto sin esperar respuesta. Entro en mi cuarto y Carla cierra la puerta.
-¿Quién era ese hombre?-pregunta.
-Eh...-mierda, pensaba que lo había olvidado.-Es una larga historia...-respondo intentando evitar el tema.
-Tengo tiempo.-dice mientras se sienta en el suelo de mi cuarto apoyando su espalda contra la pared.
Me siento el borde de la cama. Tomo una fuerte bocanada de aire e intento averiguar por donde empezar. Por mi cabeza solo pasan imágenes de lo sucedido. Uno tras otra. Rápido. Cada vez más rápido. Las lágrimas corren por mis mejillas. Carla se limita a mirar. Aguarda con paciencia.
-Es algo de lo que no quiero hablar Carla.-consigo decir.-Es algo... que paso hace tiempo.
-Esta bien.-dice, y se levanta para abrazarme.
Cuando me siento lo suficiente segura se lo cuento.
-Mi tío estuvo a punto de violarme cuando a penas tenía nueva años. Pensaba que había olvidado esos recuerdos pero...cuando Javi lo intentó, volvieron. Él que hemos visto era mi tío. No sé que hace aquí. No quiero verle.-comienzo a temblar. No sé bien si del miedo o del frío.
-Tranquila. No vas a volver a verle. Ya está.-dice.-Olvídalo.
Me gustaría creerla, pero no puedo. Algo en mi interior me dice que le voy a ver. Y ese algo se confirma. Mi madre nos llama a ambas para bajar a cenar y mientras estamos cenando...
-Alicia
-Dime mamá-respondo.
-El jueves vienen a comer tus tíos.
-¿Qué tíos?-Carla me mira y le devuelvo la mirada preocupada.
-Fran, con su mujer y los niños.
No puede ser. No puedo creerlo. Me levanto frenética de la silla, subo corriendo a mi habitación y pego un portazo. No quiero saber nada más.

domingo, 19 de enero de 2014

Marcus XXIII

Le miro fijamente a los ojos. Preciosos ojos. Esta parado frente a mí. Podría jurar que me atraviesa con la mirada. No sé que hace aquí. Mi primer impulso es cerrarle la puerta en la cara, chillarle que se marche, que se vaya, que no vuelva. Sin embargo, espero callada, sin apartar la mirada. Hace un amago de tocarme pero se echa atrás. Escucho su respiración, desigual.
-Hola-dice.
-¿Quién eres?-pregunto.
-Vengo a pedirte perdón.-noto como tiembla su voz y veo como sudan las palmas de sus manos.-Perdón porque Javi ha sido un gran hijo de puta. Tú no te merecías algo así. Perdónale, por favor.
-Yo...-no sé bien qué decir. Ese chico parece noble y sincero. Su mirada me resulta tan familiar...-Gracias.-consigo pronunciar.
Voy a cerrar la puerta pero entonces introduce su pie y agarra mi mano.
-Solo quiero pedirte algo, recuerda de donde vienes.
Luego él se da la vuelta y se va.
¿Qué recuerde de dónde vengo? ¿Qué quería decir con eso? El vacío en mi interior me abruma por momentos. Ha venido a pedirme disculpas por Javi. ¿Sería su hermano? Eran exactamente iguales. Marcus me abraza por la espalda, al principio me asusto, pero luego cierro los ojos y me relajo. Cierro la puerta y Marcus me pega a ella. Le beso suavemente en los labios mientras acaricio su nuca con mis manos. Hace unos minutos le he dicho que no quería hacerlo con él y ahora es lo único en lo que pienso. Me subo encima suya rodeando su cuerpo con mis piernas. Me tira en el sofá y me quita la camiseta. Quiero hacerlo con él, aquí, ahora. Sé que es el momento, pero escucho las llaves y la puerta abrirse. Marcus se sienta en el sofá y yo me pongo la camiseta. Mi madre entra en el salón y comienzo a reír a carcajadas.
-Espero-comienza a decir mi madre.-no haber interrumpido nada. La próxima vez llamaré al timbre.
Se ríe y entra en la cocina. Mi madre siempre ha sido así de liberal. Sabe que Marcus es mi novio y que pasará lo que tenga que pasar. Marcus me mira sonrojado.
-¿Te has fijado que suegra más maja tienes?-le digo.
-Eres imbécil.-responde haciéndome cosquillas.
El móvil suena. Es Carla. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
-¿Sí?
-Alicia...¿puedes venir a mi casa, por favor?-la escucho sollozar detrás del teléfono.
-Por supuesto. El tiempo de llegar-le digo.-Y tranquilízate, por favor.
Marcus me acompaña en silencio todo el camino. Cuando llegamos ella está sentada en los escalones de fuera con la mirada perdida y pensando en Dios sabe qué. No se da cuenta de que hemos llegado hasta que pongo una mano en su hombro. Levanta la cabeza y clava sus ojos en los míos. Están llorosos. Hinchados. Tiene un gran moratón en la parte derecha de la cara. "Cabrón" pienso. Se levanta y me abraza. Llora durante un buen rato. Luego la separo de mí. No sé bien que estoy haciendo pero cojo sus llaves y entro. Ni si quiera saludo, subo a su cuarto, cojo una maleta, los libros, un pijama y algo de ropa. Voy a salir por la puerta pero ese cabrón me para. Agarra fuerte mi codo, demasiado fuerte.
-¿Dónde coño crees que vas, niñata?-espeta.
-Púdrete.
Me libro de él y salgo pegando un portazo. Carla me mira atónita. Cuelgo la mochila a mi espalda y le sonrío.
-¿Dónde está tu madre?-pregunto.
-Mi abuela está enferma. Está cuidándola.-responde.
-Perfecto. Vámonos.
El camino de vuelta a casa es tranquilo. Carla vive lejos. Le pido Marcus que vuelva a casa pero no quiere dejarnos solas. Al final accede. Su casa solo se separa dos calles de la mía. Ha oscurecido. A lo lejos veo a alguien. Una sombra. "Qué raro" pienso, pero no le doy mayor importancia. Hasta que puedo verlo bien. Y solo se me ocurre una cosa, correr.

jueves, 2 de enero de 2014

Marcus XXII

 "Soy yo con nueve años. Estoy en el cuarto jugando con mis primas una noche de Halloween. Ellas salen a comer tarta pero yo no tengo hambre así que me quedo en la habitación. Mi tío entra. Se acerca a mí. Se acerca demasiado. Va a meter su mano por mi pantalón cuando.."
-Alicia, Alicia cariño tranquila.-escucho decir a mi madre.-Tranquila cielo, solo ha sido una pesadilla.
Cuando abro los ojos la veo a ella, y a Sara sentada en un sillón. Estoy en el hospital. Acabo de tener una pesadilla horrible. Horrible y real. Esta es una de las cosas que conseguí olvidar pero que parece que han vuelto. Lo último que recuerdo es el frío del suelo en mi espalda y la mano de Javi apretándome fuerte, muy fuerte. Luego Sara gritó y...
-¿Qué hago aquí?-pregunto para averiguar qué pasó ayer.
-¿Por qué no me contaste lo de ese chico?-responde mi madre.
-Lo siento... Sé que debía haberlo hecho pero, pensaba que era una chiquillada, que se le pasaría.
-Alicia, podría haber pasado algo peor, algo mucho peor. No vuelvas a ocultarme algo así nunca, por favor.-suplica mi madre-Sara lleva aquí toda la noche, ella podrá explicarte mejor lo que pasó.
-Cuando llegué-comienza a decir-Javi te tenía inmovilizada. Grité para llamar a Marcus entonces él se dio cuenta de que había entrado y tú te desmayaste. Marcus y Javi comenzaron a pelearse. Mientras llamé al 112 y a tus padres. Con suerte la policía llegó al tiempo en que Marcus consigió reducir a Javi. Y a ti te trajeron al hospital para ver si ese cabrón te había hecho algo más grave que no se viera exteriormente. Por suerte, no hay indicios de nada. Te darán el alta en unas horas.
-¿Por qué fuiste a mi casa?-pregunto.
-Te llamé y no lo cogiste. Tuve un mal presentimiento y...llamé a Marcus para ir a ver si te había pasado algo.
-Gracias.-respondo- Muchas gracias.
-Le hemos denunciado-añade mi madre-Es lo que se merece.
A las pocas horas me dan el alta. Mi madre se siente culpable, lo noto. En cierto modo, debe sentirse así. Si hubiese estado en casa esto no habría pasado, pero no voy a reprochárselo. Nunca lo hago. Me meto bajo la ducha. El agua está demasiado caliente pero no me molesta, todo lo contrario, me reconforta. Tardo una hora aproximadamente en salir del baño. Una camiseta ancha me cubre y dejo caer mi cuerpo sobre la cama. Estoy muy cansada así que tardo poco en quedarme dormida.
Despierto sobresaltada de una pesadilla. Sara está sentada en el suelo de mi cuarto.
-Buenas bella durmiente.-dice.-Tu madre ha salido y me ha pedido que me quede contigo, no quiere dejarte sola.
-A buenas horas.-respondo con frialdad.
-No seas dura con ella.-me dice-No están pasando una buena racha.
"Ni yo tampoco" pienso. Pero simplemente sonrío y salgo de la habitación hacía el salón. Nos sentamos a ver una película y Sara se queda dormida en el sofá. Debe de estar muy cansada así que decido no despertarla. Cojo el móvil. Marcus me ha llamado como unas veinte veces. Pobre, debe estar preocupadísimo. Le llamo.
-¿Alicia?-dice él.
-Hola Marcus.-respondo alegre.
-Alicia cielo, te he llamado mil veces. ¿Cómo estás? Siento no haber estado contigo en el hospital. Sara me dijo que ella se encargaba y que así tu madre no haría preguntas.
-No te preocupes.-respondo-¿Qué haces hoy? Quiero verte.
-¿Me paso a buscarte en dos horas, vale? Un beso guapa.
Le cuelgo. Nunca me despido de él porque no sé qué decirle. Lo quiero, claro que lo quiero pero no soy de decir esas cosas. Sara se ha despertado y está sentada mirando a un punto fijo, ida.
-¿Qué te pasa?-pregunto-Ahórrate el nada.
-¿A mí? Solo estaba pensando. Tenemos que avisar a la gente para el cumpleaños de Lydia.
-Sí-no quiere hablarlo así que tampoco insisto-Mañana me encargo de llamar y eso, no te preocupes.
Marcus llega una hora y media después de hablar con él, para entonces Sara ya se ha ido. En un principio íbamos a salir a dar una vuelta, pero no me apetece. Nos quedamos en mi casa. Llevo la camiseta ancha y él se quita la suya. Me besa; lo beso; así una y otra vez. Soy yo esta vez quien da el primer paso y desabrocho sus pantalones. Él me quita la camiseta. Baja dándome besos desde mi boca hasta el ombligo, luego sigue bajando. Va a bajarme las bragas pero antes se acerca a mi oído. "¿Estás preparada?" "Sí" respondo. Bajo sus pantalones y me subo encima suya. Noto sus manos frías. Frías, demasiado frías. Dejo de besarle y le miro fijamente a los ojos. Quería hacerlo con él pero ahora ya no lo tengo tan claro.
Me siento en la esquina del sofá y pego las rodillas a mi pecho. Estoy temblando y llorando. Las ímágenes de lo que hizo mi tío aquel día no dejan de pasar. Esa pesadilla que había conseguido olvidar han vuelto. Marcus se sienta a mi lado y me abraza. Nos llevamos así un buen rato. Me siento tan culpable qué...
-Lo siento-consigo pronunciar.
-No tienes nada que sentir pequeña.-responde-¿Quieres contarme...qué te ha pasado?
-Nunca lo he hablado con nadie...-comienzo a decir-cuando era pequeña mi tío intentó abusar de mí. Había conseguido "olvidarlo" pero Javi ha traído de vuelta los recuerdos. Y...tengo miedo. Lo siento.
-Quien lo siente soy yo. Voy demasiado deprisa. Culpa mía. No te preocupes ¿vale? Ya solo son recuerdos. Tranquila.-dice mientras me abraza de nuevo.
Mi cabeza queda justo en el hueco de su hombro y creo que no hay nada más perfecto que eso. Me gustaría pasarme ahí todo el tiempo del mundo pero el timbre suena rompiendo este momento. Me visto y abro la puerta, pero detrás esta una persona que jamás pensaba volver a encontrarme.

miércoles, 1 de enero de 2014

Marcus XII

Corría en una cancha de baloncesto. Los pies me temblaban de la presión de mi cuerpo. El sudor recorría mi cara o eran las lágrimas, ¿quién sabía? En aquel instante el centro de la pista se convertía en un agujero negro y yo era atraída hacía él. Corría para salir de allí pero no podía. Y entonces me hundía, me hundía hasta que...
-Cariño, cariño.-era la voz de mi madre.- ¿estás bien? Tranquila cielo, has tenido una pesadilla.
-¿Cuándo habéis llegado?-pregunté exahustada.
-Anoche. Estabas dormida así que no quisimos despertarte. Estás sudando. ¿Qué has soñado?
-No lo sé... Solo ha sido un mal sueño.
Pero no solo había sido un mal sueño. No tenía ese sueño desde... desde hace mucho tiempo y eso me aterrorizaba.
Cogí el móvil y llamé a Sara, tenía que contárselo todo.
-Pero... ¿dices que la nota aquella te la puso Javi?-preguntó.
-No lo sé, pero supongo que sí.
-Pero ese chico no te conocía Alicia. Seguro que lo de "punto a favor" no iba con doble intención. Tranquila.-dijo Sara.
-Espero. Hacía años que no tenía esa pesadilla.-respondí.
-No te preocupes. Mañana será otro día cielo. Te dejo. Tranquilízate ¿vale?
-Un beso. ¡Gracias!
Colgué. Me vestí y bajé a desayunar. Echaba de menos a Marcus y eso que no hacía ni un día que no le veía. Pero necesitaba verlo. Necesitaba estar con él. Con él me sentía segura.
-Alicia, hace un rato ha llamado un chico preguntando por ti. No ha dado su nombre.-mi padre me miraba de reojo mientras leía su periódico.- No quiero novios-concluyó.
Entonces me llegó un WhatsApp. "Mi casa está sola todo el día. ¿Quieres venir a comer?"
A comer..."Vale. En media hora estoy allí." Contesté.
Abrí el grupo de WhatsaApp que tenía con Sara y las demás y mandé una captura de la conversación con Marcus. Algunos mensajes como "Uhhh" y "Ten cuidado, con protección" llegaron acompañados de alguna que otra broma.

Pero, fue mi forma de decirles que yo tenía plan para esta tarde, o al menos, eso pensaba...