martes, 15 de abril de 2014

Marcus XXVII

No sé si lo de Carla fue un excusa para entrar o fue real. Llevo viviendo aquí toda la vida, pero desde su muerte me llevé un tiempo sin estar con mucha gente. Y cambié de instituto. Nuevos profesores, nuevas amigas, nuevos compañeros, nueva vida. La única persona que me conocía del todo era Sara. De pequeñas, mis padres y los suyos eran muy amigos y aunque estábamos en colegios distintos siempre pasábamos mucho tiempo juntas.
Estoy sentada en el sofá, acurrucada, mirando la tela aunque ni si quiera sé que echan. Carla entra en el salón con un vaso de leche caliente. Se sienta a mi lado y pone el vaso en mis manos. Me hace entrar en calor y le sonrío a Carla como agradecimiento. Intento sacar de mi mente todos esos pensamientos que llevo tiempo escondiendo pero me resulta casi imposible.
Carla no me quita la vista de encima, me incomoda por lo que evito mirarla y me concentro en la leche que estoy bebiendo. Ella se levanta y va hacía su mochila. Saca un paquete de tabaco al que estoy segura de que no le quedan más de seis cigarros y un mechero. Nuestro mechero. Hace exactamente siete meses que compramos ese paquete juntas. Extiende su mano ofreciéndome un cigarrilo. Al principio dudo, pero al final lo cojo junto con el mechero.
-Creo que es un buen día-dice ella.-prometimos que solo en malos días y...
-Estoy de acuerdo, es un buen día.
Vuelve el silencio pero me siento mucho más relajada. El humo hace que me lloren los ojos, o quizás no, quizás es que estoy llorando, sin más. Voy a apagar el cigarro cuando mi móvil suena. Es un número que no conozco, pero lo cojo.
-¿Si?
-Hola, ¿Alicia? Soy Eric.
-¡Ah, hola Eric!-exclamo. Me alegro escuchar su voz.
-¿Cómo estás? He pensado que si no tienes nada que hacer podríamos vernos mañana. Si te apetece.
-¡Claro! Si te parece, mañana te llamo y ya hablamos la hora y eso.
-Vale, ¡adiós!-cuelga.
Estoy sonriendo a pesar de que hace unos segundos lloraba. Hablar con Eric me recuerda a los viejos tiempos, es como si me llevase al pasado y me hace sentir bien. Suelto el móvil de nuevo en la mesa.
-¿Quién era?-pregunta Carla dándole la última calada a su cigarro.
-Un viejo amigo que me encontré esta tarde, cuando salí a correr. He quedado para verle mañana.
-Pero...¿estás bien con Marcus, no
-Por supuesto, es solo un amigo. ¿Te apetece algo de picar?-digo cambiando de tema y me levanto para ir a la cocina.
Es tarde, y dudo que mis padres lleguen temprano. Enciendo el horno y meto un pizza mientras Carla saca un paquete de patatas de la despensa. Miro el calendario casi sin querer y mis ojos se detienen en el día de hoy. Estamos a miércoles. Mañana viene mi tío con su familia y lo que menos quiero es verle. He olvidado por completo decírselo a Marcus así que incluso sin preguntarle a mi madre le pongo un WhatsApp. Me responde enseguida y su respuesta es afirmativa. Menos mal.
Las cerradura se gira y mis padres entran. Más temprano que de costumbre. Relatan lo duro que ha sido el día para ellos, que tienen mucho trabajo y todas esas cosas que dicen justo cuando no les presto atención. Cuando mi madre acaba de hablar le digo que Marcus va a venir mañana. No le hace ninguna gracia pero no pienso discutir con ella así que subo la cena a mi cuarto esperando que Carla me siga.
La pizza está realmente buena y creo que las dos estamos tan cansadas que justo después de dormir nos quedamos profundamente dormidas. De nuevo, con pesadillas.

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