domingo, 17 de agosto de 2014

Marcus XXXII

La noche antes de la fiesta lo padres de Sara se han marchado ya y no hay nadie a parte de ella en casa. Todo está oscuro, y desde el interior solo se escucha el sonido de los coches al pasar por delante de su ventana, cerrada a pesar del calor. Tapada hasta arriba trata de conciliar el sueño, dando vueltas de un extremo a otro de la cama. Está tan cansada que podría quedarse dormida de pie, pero cada vez que cierra los ojos, tiene la necesidad de abrirlos. "Jodido insomnio" piensa mientras se levanta con desgana. Aún no son las doce, y baja por un vaso de agua. Una gota de sudor cae desde su nuca hasta el coxis, y se estremece. Su cabeza no para de darle vueltas a lo mismo y aunque intenta alejar esos pensamientos no puede.

El agua fría cae en su estomago vacío y este ruge. No ha cenado nada, realmente tampoco recuerda bien si ha almorzado hoy, pero qué más da. Apaga la luz de la cocina y sube las escaleras. Para en el último escalón, un poco mareada, y decide poner el aire de su cuarto nada más que entra. Se sienta en el escritorio y enciende el ordenador. No tiene intención de volver a la cama, pues sabe de sobra que no va a quedarse dormida. Introduce la contraseña para estar en twitter un rato mientras pone de rap de fondo. Swan Fyahbwoy es droga para sus oídos, y una leve sonrisa aparece en su rostro escuchando su canción favorita, aunque no tarda mucho en desvanecerse. Decide escribir, por si así puede relajarse.

"Hace tiempo que nada es como antes y es como si nadie se diese cuenta. Estoy cansada de estar cansada, de no dormir, de esas voces que me repiten todo lo que hago mal constantemente. Estoy cansada del instituto, de la gente, de los insultos y de todo lo vivido hasta ahora. Echo de menos ser pequeña. Poder correr, reír y jugar como si no hubiese otra cosa. Sin preocupaciones, sin complejos, sin líos, solo con una única meta, la de reír y ser feliz hasta que te doliese la barriga de hacerlo. Cuando pensabas que podías comerte el mundo y que el mayor problema era perderte tu serie favorita. 
Y mírame ahora. Rota, con heridas. Tanto por dentro como por fuera. Tan vacía que podría caer en picado en mi propio vacío. Y es que es increíble como se cambia con los años...y con los daños." 

Pulsa el enter y guarda ese texto en una carpeta donde hay otros cientos de ellos. ¿Algún día alguien los leerá? Sabe que no. O, al menos, eso espera. Es mejor hacer ver que todo está bien que mostrar como te sientes realmente. Tampoco es que a nadie fuese importarle su vida, ni cómo se siente realmente. Apaga el ordenador y vuelve a la cama. Demasiado grande para ella sola, eso es lo que siempre ha pensado. De toda su casa en general.
Sus padres casi nunca han estado en casa. De pequeña, siempre había una tata, que la cuidaba, y solo los veía los fines de semana, a veces, ni eso. Por eso, la casa le parecía demasiado para ella sola.  Aunque para cosas como las de mañana venía siempre bien.  La fiesta tenía que ser increíble, por su amiga, porque ella no tenía ganas ninguna. Aunque quizás mañana fuese otro día y si le apeteciese.
Piensa en mandarle un whatsapp a Alicia antes de ir a dormir. Mira su última conexión. Es hace un minuto. Se muerde el labio y escribe un "te necesito" que rápidamente borra. Bloquea su smarthphone, y lo vuelve a dejar en la mesilla. Hace no mucho, se pasaban horas y horas hablando. Y es que las cosas han cambiado demasiado desde entonces. Demasiado para su gusto, pero nada dura para siempre. Y quien quiera creer que sí, vive engañándose así mismo. Cierra los ojos intentando dormir pero no se queda dormida hasta bien entrada la noche.

Estoy con Alicia caminando en silencio hacia mi casa. Un silencio incómodo entre nosotras cuando antes no podíamos ni quedarnos calladas, ahora es como si nos separase la distancia a pesar de estar a centímetros. Es ella quien decide romper el hielo.

-Estás más delgada-dice mirándome a los ojos fijamente-bastante más delgada.
Esa frase es como una patada en el estómago. No lo estoy-pienso-desde luego que no. Cierro los ojos un segundo, tratando de encontrar una respuesta. Suspiro y vuelvo a abrirlos.
-No lo estoy.-respondo después de un buen rato.
-¿Qué no lo estás? Mírate anda. Claro que lo estás.

Decido simplemente no responderle. No voy a discutir algo en lo que nunca nos vamos a poner de acuerdo así que simplemente sonrío y acelero un poco el paso.
Entramos en mi casa, voy a soltar las cosas y de repente, todo lo que veo es oscuridad. Eso es lo último que recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario